Los fenómenos meteorológicos extremos son ahora más frecuentes e intensos debido al calentamiento global, producido por actividades humanas como la quema de combustibles fósiles y la deforestación
Hace poco más de una semana, fuimos testigos de una devastadora DANA que provocó lluvias torrenciales e inundaciones en la Comunidad Valenciana, Castilla la Mancha y Andalucía. La cantidad de lluvia que cayó en muy poco tiempo – en algunas zonas llegaron a acumularse casi 500l de agua por metro cuadrado – desbordó torrentes y ramblas. Y acabó convirtiéndose en una catastrófica riada que arrasó con todo por donde pasó (viviendas, negocios, vehículos, entornos naturales) y que, lamentablemente, se cobró la vida de muchas personas y animales.
Hasta la fecha, se contabilizan más de 200 fallecidos y aún quedan desaparecidos, mientras que las imágenes siguen mostrando calles repletas de barro con coches apilados, viviendas dañadas con bajos enfangados y pueblos completamente destrozados.
Esta terrible catástrofe es un ejemplo más del inmenso impacto que el cambio climático antropogénico está teniendo en el planeta. Actividades humanas como la quema de combustibles fósiles, la deforestación o la agricultura y ganadería intensivas están aumentando significativamente la concentración de gases de efecto invernadero que atrapan el calor en la atmósfera, impulsando el calentamiento global.
Si bien las DANAs, anteriormente conocidas como “gotas frías”, son habituales en otoño en esta región del Mediterráneo, cuando el calor residual de la superficie terrestre interactúa con el aire frío polar formando grandes nubes que provocan aguaceros repentinos, las más destructivas solían ocurrir con décadas de diferencias. “Ahora son cada vez más frecuentes y su capacidad destructiva es mayor”, reconoce el Dr. Ernesto Rodríguez Camino, meteorólogo y miembro de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
Esto ocurre porque, como explica la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el aumento de las temperaturas ha acelerado el ciclo hidrológico, que se ha vuelto más errático e impredecible. Una atmósfera más cálida contiene más humedad, lo que propicia que se liberan grandes cantidades de agua en poco tiempo, conduciendo a desastres naturales como el que hemos presenciado.
De hecho, a día de hoy, ya hay tres estudios de atribución que confirman el papel del cambio climático en esta DANA. El primero, elaborado por una red internacional de científicos, la World Weather Attribution (WWA), señala que el calentamiento global provocado por el ser humano ha hecho que las lluvias torrenciales de estos episodios sean un 12% más intensas y el doble de probables que en un clima preindustrial.
Por su parte, Climameter, un proyecto de investigación financiado por la Unión Europea y el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS), también apunta en su informe la vinculación del calentamiento global con la intensidad de esta DANA. Este estudio, que se ha realizado utilizando un método de revisión por pares, ha comparado datos de los últimos 40 años y concluye: “Este fenómeno meteorológico extremo estuvo impulsado por condiciones meteorológicas muy excepcionales, que se atribuyen principalmente al cambio climático antropogénico”.
Igualmente, la Climate Central en su reciente análisis revela que las inundaciones de Valencia durante esta DANA fueron alimentadas por el calentamiento de los océanos debido al cambio climático. Es decir, un mar cálido intensifica las DANAs.
Estos tres estudios se suman a las advertencias de la comunidad científica, que desde hace tiempo alerta de que los fenómenos meteorológicos extremos que causan inundaciones y sequías de alto impacto se han vuelto más probables y severos por el cambio climático. La crisis climática es, por tanto, una amenaza real que ya está ocurriendo.
Por cada grado de calentamiento, el aire puede contener hasta un 7% más de vapor de agua, con su potencial efecto para desencadenar lluvias torrenciales. Mientras que las políticas actuales de los gobiernos del mundo llevan a un calentamiento de más de 3ºC, según advirtió recientemente la ONU. Por eso, es urgente limitar el aumento de temperaturas a 1,5ºC, como establece el Acuerdo de París.
Del mismo modo, la tendencia actual hacia un escenario cada vez más cálido también hace imprescindible el trabajo en adaptación y mitigación para evitar consecuencias peores, para lo que es fundamental apostar por soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración ecológica de ríos y riberas, de humedales que funcionan como esponjas capaces de retener grandes cantidades de agua de lluvia, y la creación de espacios verdes para tener suelos más permeables, entre otras medidas.
Conocemos los motivos que agravan estos fenómenos y disponemos de la información y herramientas para prevenirlos, evitar que sean tan intensos y mitigar sus efectos. No podemos permitir que una tragedia como esta vuelva a ocurrir nunca. Depende de tod@s y cada uno de nosotr@s, actuar junt@s. Porque somos parte del problema, pero también parte de la solución.
Desde Raíces & Brotes expresamos todo nuestro apoyo y solidaridad con las víctimas y sus familias, y esperamos de corazón que puedan recuperar la calma y paz lo antes posible.
Afortunadamente, si algo positivo ha surgido de esta tragedia es la increíble marea de solidaridad humana en todo el país, formada por valientes y comprometid@s voluntari@s de distintas comunidades y países, que se han volcado de lleno aportando su inestimable esfuerzo en ayudar a las personas y los animales afectados.
Entre estos voluntari@s hay varios grupos Raíces y Brotes, como R&B Jaume I Sagunt, R&B IES Benaguasil, R&B JM Revolution, R&B Eco Arboleda, R&B Safagava y R&B Liceo Francés de Valencia. Tod@s ell@s son, sin duda, una grandísima razón para la esperanza.
Si tú también quieres aportar tu granito de arena, aquí puedes consultar un listado de organizaciones e instituciones oficiales que están coordinando voluntariados para apoyar a las personas afectadas y aquí otro para ofrecer apoyo a los animales que también han sufrido este terrible evento.
“La esperanza es como estar en un túnel muy oscuro con muchos obstáculos que hay que superar. Y parece imposible llegar al otro extremo, donde hay una pizca de luz, esa esperanza. La esperanza no puede hacerse realidad a menos que actuemos y luchemos para llegar allí”, Dra. Jane Goodall.
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